a vida y obra de Salvador Gisbert Jimeno (Blesa, - Teruel ), a quien dedicamos un artículo, estuvo muy condicionada por la de otro pintor y escultor turolense que permanece en un discreto segundo plano: Santiago González Pascual.
Su vida
Los siguientes datos básicos de su vida los dio a conocer la profesora Concha Lomba durante su estudio de la vida y obra de Salvador Gisbert, y fueron los que motivaron el conocimiento primero, y la raíz de esta investigación posterior, que afrontamos en nuestros archivos y la bibliografía. Nuestro protagonista nació en el pueblo de Loscos (Teruel), el 25 de febrero de 1814, y poco se sabe de su familia o infancia, salvo que pronto vino a Blesa, donde su abuelo materno, don Félix Pascual, era médico(1).
Podemos tener datos de sus ascendientes más directos por una fuente indirecta, aunque sin corroboración con documentación oficial. En un epílogo de un relato escrito por S.Gisbert, que puede estar basado en un hecho de la infancia de Santiago González(2), indicaba que la madre de este se llamó Cristina, y que murió siendo el protagonista y relator muy niño, entre 1814 y 1822, supliéndola en su papel la madre de ésta y abuela. Si los hechos son veraces, también la abuela del niño(esposa de Félix Pascual), murió a resultas de una incursión de un batallón Constitucional en la localidad de Blesa en 1823.
La conocida en Blesa como "casa del pintor" es la que se construyó en 1848 Santiago González, y no su ahijado Salvador, que al cabo de los años construyó su propia casa, muy próxima, en la calle Mayor, en cuya fachada vemos su anagrama y que posteriormente fue "la tienda de Nati".
Recorriendo la casa y el estudio que acondicionó en la primera planta, podemos hacer un breve recorrido por la vida de Santiago González, descrito por él mismo, ya que pintó ocho escenas significativas de su vida y colocó una leyenda bajo ellas. Estos son sus textos (sólo del sexto se conserva la pintura alusiva):
«Nace y es bautizado Santiago González y Pascual en Loscos
el »
«Pasa la niñez en Blesa y estudia las primeras letras en
casa de su abuelo el médico D. Félix Pascual»
«Sirve en Zaragoza en una tienda de comestibles, año 1827»
«Es obligado a vestir el hábito de Agustino Descalzo y
después profesar en Alagón el 14 de septiembre de 1831,
por lo que jamás consintió en ordenarse de presbítero»
«Habiendo cursado filosofía a ruego de los directores de
la academia de Barcelona y anuencia de los superiores de la orden, sigue
el dibujo de varias clases y el grabado. Año 1834»
«Expulsado del claustro por la revolución en Barcelona
el día . Se dedica a la pintura.»
«Se fabrica esta casa el año 1848 y se dedica a la escultura,
arquitectura y toda la mecánica»
«Se halla con toda su familia reunida felizmente en casa el 18
de noviembre de 1879»
Retrato de Santiago González,
pintado por Salvador Gisbert ().
La Visita Pastoral de 1849 (conservada en el ADZ) mencionaba a Santiago González entre los eclesiásticos residentes en la parroquia (aunque no perteneciese al capítulo eclesiástico)(3):
"También hay en este Pueblo un exclaustrado de la Orden descalza de San Agustín, ordenado de quatro menores llamado Fr. Santiago González, dedicado a la pintura para ganar su subsistencia".
D. González estaba relativamente bien situado económicamente, o al menos así lo parece por sus propiedades urbanas, no por las rústicas. En 1858, con sólo una propiedad de regadío y otra de secano, tenía tres buenas casas en Blesa, siendo en esta categoría de los propietarios más destacados. Si lo comparamos con otras propietarios blesinos típicos por su riqueza agropecuaria, como por ejemplo Manuel Bello, que poseía 33 fincas agrícolas, 1 casa y 3 pajares o parideras, además de 310 ovejas, este tributaba casi seis veces más que aquel, pero la casa del agricultor tributaba por 100 reales de vellón, mientras que las de Santiago González tributaban por 200, 190 y 150 reales(4).
En la época que tratamos, algunos blesinos no tenían otro oficio que criados y jornaleros, y si hacemos caso a los testimonios orales que aún hoy cuentan algunos blesinos, uno de ellos era peatón de Santiago González. Carecemos de datos para confirmar lo que nos cuentan respecto a que acompañaba al coche (de caballos se entiende) que poseería González a la sazón.
Se conservan retratos suyos de 1881, cuando ya tendría unos 67 años. Aunque no figura en el amplio censo electoral de 1890 ni el muy acotado de 1879, al fin he podido averiguar la fecha de muerte. Tuvo lugar en Blesa el (según dato que he hallado en el A.D.Z), a los 76 años, así como algunos nombres de familiares(5).
La única orla que conserva
un pasaje de su vida.
Foto de Olga Royo
Santiago González llegó a vivir lo suficiente para que lo retrataran fotográficamente. Se conserva un retrato de estudio de él, que se publicó en el artículo de Ceferino CARBÓ LOMBA "Lo que faltaba saber de Santiago González en Loscos".
Su obra
Como decía, se dedicó a la pintura y escultura y realizó en su taller de Blesa numerosos altares, pinturas y dorados, principalmente de temas religiosos, extendiendo su obra por los pueblos próximos a Blesa y la ribera del Jiloca. Sobre su obra se han publicado un par de estudios. El profesor Fabián Mañas informa de obras suyas (alguna en combinación con su ahijado Salvador Gisbert a partir de los años 70) en las iglesias de Villarquemado, Calamocha, San Martín, Villanueva, Valdehorna y Murero, y que sus "obras son expositores, retablos, monumentos del Jueves Santo, pinturas murales, pilas bautismales y púlpitos".(6)
Entre 1876 y 1879 realizó, junto con el joven Salvador Gisbert, el retablo de San Pedro en la iglesia parroquial de Calamocha y el Monumento para la Semana Santa para el convento de la Concepción de la misma localidad, fechado en 1877. Posiblemente Santiago consiguió ambos trabajos para dar una oportunidad a Gisbert, ya que fueron los primeros encargos de su ahijado.
Autoría del monumento de
San Martín del Río.
Fotografía por cortesía de Fabián Mañas.
Puede ver más fotografías de este monumento en este artículo de la Gaceta de Blesa.
También existe una obra suya en el museo diocesano de la Almunia de doña Godina, donde «se conserva un tabernáculo-expositor de notables proporciones, realizado en madera policromada imitando jaspes y detalles estofados en oro. Tiene forma de templete circular con cuatro columnas en su frente que le dan apariencia ochavada. El cuerpo interior es giratorio. Es una obra de marcado gusto neoclásico». La guía histórico-artística de esta localidad zaragozana añade que la realizó nuestro protagonista en su taller de la villa de Blesa en 1858 (o 1851 según otros autores), ya que así consta en un documento conservado en el Archivo Parroquial de La Almunia.
Para los lectores que no han contemplado en detalle la complejidad de estos muebles-templo copiamos la descripción que de ellos hace el profesor Mañas: "Los sagrarios-expositores tenía una doble función: la de sagrario para guardar las formas y la de expositor de la custodia en determinadas solemnidades. Para la primera función, se habilitaba un espacio en la parte inferior, con una puertecilla para abrir y cerrar. La parte superior se abría y cerraba accionando otra puerta de mayor tamaño, bien bajándola por medio de una polea o bien haciéndola girar por un medio parecido. Una vez abierta la puerta por uno u otro sistema, podía verse el interior cubierto de espejos por los lados y la cúpula y una peana de madera en forma de nube, en la base; esta ménsula estaba sujeta a una varilla metálica que se podía accionar desde la parte posterior del retablo con una manivela; así la custodia, colocada sobre la nube, salía del interior del expositor hasta posarse sobre el altar. Se producía un momento mágico y misterioso con acompañamiento de los brillos producidos por el reflejo de la custodia en los espejos del interior. Luego se hacía la procesión y a la vuelta se tornaba la custodia al interior del tabernáculo".(7)
Como es natural el expositor estuvo situado en el altar mayor. Fabián Mañas recalca los conocimientos de mecánica necesarios para construir los mecanismos internos, de escultura para los relieves y de arquitectura para la construcción del mueble.
Otros dos sagrarios realizados por Santiago González para las iglesias de Villanueva de Jiloca y Valdehorna son similares al de la Almunia, aunque no tan complejos y pueden verse en las respectivas iglesias parroquiales. Sobre el de esta última iglesia puede leer este artículo "Un expositor con mucha magia", en nuestra misma página (www.blesa.info/hisexpositor.htm).
Los monumentos del Jueves Santo
Un tipo de altar muy difundido eran los monumentos de Jueves Santo. En muchas iglesias estos altares eran desmontables, y a modo de telón se colocaban el jueves correspondiente y donde se guardaba el sagrario hasta el sábado.
Se conserva uno realizado por González y Gisbert en 1881 en San Martín del Río (que vemos en la fotografía de Fabián Mañas). Este monumento, tiene un bastidor de madera que lo sostiene, y representa un altar de estilo neogótico. Se colocaba en el altar mayor de la iglesia. Es muy rico en detalles y colorido. En medio, elevado delante del monumento colocan un altar con una urna dorada que simula el sepulcro de Cristo.
Monumento de San Martín del Río. Fotografía por
cortesía de Fabián Mañas
Fabián Mañas también recoge la autoría de González y Gisbert en el monumento del Jueves Santo del convento de la Concepción de Calamocha, realizado en 1877. Éste se conserva incompleto y está desmontado.
Sergio Gisbert descubrió la autoría de Santiago González en el retablo de San Pedro de la iglesia parroquial de Calamocha. Se trata de un retablo realizado en yeso, de estilo clásico y pintado simulando jaspes y mármoles, como alguno de los que podemos ver hoy en día en Blesa. El proyecto y altar lo realizó González y las pinturas su ahijado Salvador Gisbert.
Altares y pinturas
Por su gran número hay que destacar los existente en la iglesia de Villanueva de Jiloca, donde dos de ellos se tiene constancia de haber sido construidos por Santiago González (el de Corazón de María y de la Inmaculada), y de otros tres se sospecha que también, al ser de los mismos materiales, estilo y época.
También es suyo el retablo mayor de Valdehorna, construido antes de 1866, aunque se trata de un retablo algo tosco, así como el púlpito, pintado por González en 1860.
En la ermita de nuestra señora del Castillo de Fuendejalón (Zaragoza), del XVIII, se conservan las pinturas dedicadas a María y realizadas "en 1874 por Santiago González y J. M. Salvador Gisbert, siendo rector D. Francisco Mariano Magallón". Fueron restauradas en 1992, según la noticia ilustrada de Mariano Casanova.
Alrededor de 1876 estuvieron también Santiago González y José María Salvador Gisbert, pintando en la iglesia de Gallur (Zaragoza) dos pinturas en la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, composiciones tienen forma semicircular en su parte superior, bastante deterioradas, según J.C.SANCHO y P.L. HERNANDO.
También son suyas las numerosas pinturas realizadas en 1863 en la ermita de San Mamés, en Murero, que no tienen al parecer gran calidad. También sabemos de la participación de González en la ermita de la Virgen del Rosario en Villanueva de Jiloca, que proyecto, y pintó Gisbert en 1881.
Aquí sólo los enumeramos unas de sus obras, pero le conminamos a que consulte el completo artículo "Santiago González, artista polifacético...", si quiere conocer todos los detalles sobre autoría, estilo y circunstancias de estos distintos altares. Y por otro lado, el profesor Mañas termina su estudio constatando que Santiago González también construía obras menores, como facistoles, confesionarios, mesas de altar, sitiales y pilas bautismales.
Expositor de La Almunia. La puerta baja servía
de Sagrario, y la superior cierra el expositorio.
En la foto inferior, la riqueza del expositor a la luz.
Fotografías por cortesía de Fabián Mañas.
Santiago González también realizó pinturas en Alloza (Te), en el Calvario de la localidad, según indica la historiadora Josefina Lerma. El calvario de Alloza, que aún existe, tiene quince capillas donde otros calvarios tienen meros pilares y cada una tiene "un altar con la iconografía que corresponde a cada estación". Ella apunta que en 1863 los lienzos barrocos fueron sustituidos por cuadros de Santiago González, y que costaron doscientos reales de vellón cada uno. Estas pinturas, a su vez fueron reemplazados en 1920 por altares de escayola, que también desaparecieron.(11)
Una reciente atribución de una obra al pincel de Santiago González ha tenido lugar en Moyuela (Z), cuya ermita barroca de San Clemente fue pintada por Santiago González en 1845, según testimonios orales y unas iniciales entrelazadas que han hallado. (10)
Foto de José Abadía
Fotos del autor (2002).
Su imaginería religiosa en Blesa
Posiblemente Santiago González también realizaría obras para iglesias del valle del Aguasvivas, pero la destrucción de la mayoría del contenido y archivos eclesiásticos durante la última guerra civil nos ha privado de conocerlas e incluso documentarlas. Tenemos constancia de que en Blesa todavía queda una obra religiosa de Santiago González, que salvó los avatares históricos de la guerra civil al ser ocultada. La blesina Josefa Aznar, donó en 2003 a la iglesia parroquial de Blesa un elaborado crucifijo de madera. Juan Andrés Pérez Belenguer, el último propietario nos envió la historia de esta obra:
Don Santiago González, nacido en Loscos (Teruel), fue el autor del citado crucifijo. Al casarse mis abuelos, Baltasar Pérez y Ramona González -esta última era prima de Santiago González- éste como regalo de boda les donó el crucifijo. Al morir mis abuelos lo heredó mi padre, Juan José Pérez González.
En casa de mis padres lo teníamos colgado en la pared de una habitación. Al estallar la guerra civil española, las fuerzas de ocupación prohibieron tener en las habitaciones o en cualquier otro lugar visible imágenes religiosas. Y como el crucifijo era una imagen muy llamativa, por temor a que se lo llevasen lo escondimos primeramente en un granero debajo de unos trastos. Cierto día vinieron dos señores del Ayuntamiento a revisar el grano que teníamos; al ocurrir esto, al día siguiente lo cambiamos de lugar y lo ocultamos en el cubierto del ganado en una grieta que había en la pared. Allí estuvo durante toda la guerra.
Al acabar esta lo sacamos de su escondrijo y lo pusimos donde estaba antes, en la habitación. Aunque estuvo envuelto con una ropa salió algo deteriorado; pensamos llevarlo a reparar pero nunca lo hicimos.
Aquí es cuando entra Josefa en la historia, al pedir que le regalasen el crucifijo para repararlo, y que tras ello donó.
El tamaño de la cruz es de 75 x 52 cm, y ni en el anverso ni reverso consta firma ni dato alguno que autentique su origen.
Por otro lado, en Loscos, su localidad natal, por las indagaciones de Ceferino y Manuel Carbó(8) sabemos que viven allí familiares del pintor. Debió decorar alguna habitación en casa de estos con pintura al óleo, aunque ahora está encalada. Esta familia dispone de un cuadro pintado por Santiago que representa la Inmaculada y pudiera datar de 1824. También guardan un cuadro del Venerable Anadón(9), que a pesar de su anonimato, por las fechas, puede ser de este autor.
Algo de su ideario
También podemos perfilar un poco más vida la vida de Santiago González, con detalles diversos. Sabemos que tenía una biblioteca nutrida de tratados de historia y literatura religiosa y otros de su técnica. Aún podemos leer las sentencias que pintaba en su estudio de pintura, que amablemente nos enseñó Miguel Ángel Pascual. En un armario empotrado que se encuentra en dicha sala escribió:
«Estudiad atentamente cuanto tiene relación con vuestra
profesión
y llegareis a sobresalir en ella.
Sed laborioso y económico
y llegareis a ser ricos;
sed frugal y parco,
y conservaréis la salud;
sed justo
y no temeréis la eternidad»
También se añadía un poco más abajo...
«El tiempo es la hacienda del trabajador
y la afrenta del holgazán.
El que más cultiva su entendimiento,
se acerca más a la felicidad»
En la actualidad, únicamente partes muy concretas de su estudio han sobrevivido al paso de más un siglo. Gran parte de la decoración era papel ilustrado o impreso colocado como cenefa. El vecino de Blesa, Tomás Sanz, me contó que en su juventud tuvo oportunidad de ver aquella estancia y memorizó algunas de las sentencias escritas en orlas que yo ya no he podido ver. Una que quedó grabada en su memoria decía:
Receta para llegar a viejo
Vida honesta y moderada
Usar de pocos remedios
y por todos los medios
de no apurarse por nada
Ejercicio y distracción
No tener nunca aprensión
Poco encierro
y mucho trato
Salir al campo
algún rato
Y continua ocupación.
Doctor Lecumendi
Aparece ante nosotros como un hombre cultivado y recto. Con la perspectiva del tiempo opino que uno de sus mayores méritos lo constituye la educación de su ahijado Salvador Gisbert, cuya relación de parentesco queda un tanto en la sombra y se mantendrá en la duda una posible paternidad no reconocida.
Sello de Santiago González.
Rescatado de los restos del
Archivo Municipal de Blesa.
Retrato de Santiago González en su antiguo estudio,
obra de Salvador Gisbert. 1881.
Foto de Olga Royo